lunes, 25 de marzo de 2013

HORACIO ARMANI




DE LA CERTEZA DE DIOS

Había como un adormecimiento
de la luz que mojaba con dureza
el horizonte entero. La belleza
 en quietud dentro  del movimiento
de las hojas que abrían entre el viento
 su verde curvatura era la ilesa
cumbre del ala, un halo, una tristeza
 de estar desguarnecido en el sangriento
 crepúsculo sin voz. Vertiginosa
rosa en calma, la muerte era mentira
derrotada en la edad de toda cosa
móvil o inerte, denigrada o pura.

Vivir era saber que Dios respira
en cada espora de su arquitectura.

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