LOS FALSOS INTENTOS
Tú estás allí
las estrellas corren en tu pelo despreciadas por el paso del tiempo
tu mano abre el camino
separa los granos que caerán en tierra
quita de allí la mala hierba y se inicia una nueva estación
amar el limo mediterráneo al pie de las barrancas, y en las costas
amar los innúmeros bancos de conchas color sal, y en el verano
amar a esa mujer pintada de la brea del puerto, y en el agua
amar
tu risa sacude el polvo de los siglos y me refresca
al tiempo que desaparecen las dudas, los temores
las innumerables telarañas en donde teje la desesperanza
amar tus pechos de sal de agua de viento
amar los silencios acuosos de tus otras miradas
amar las precipitaciones de tu boca que empuja
amar la vertiente de piedra de tu aliento marino
llegas desde el jardín con flores en el vestido y los mensajes
/ de la mañana
una vez más todo vuelve a su fuente, la cruel mordida de la muerte
/ queda atrás
el desierto cede para el río que brota de la tierra
cabalga brava ola con aullidos y truenos
cabalga sobre el Dragón del mar agitada y reptil
vuelve tus ojos a las desesperadas amapolas del viento
sobre la costa sobre el espejo de los acantilados
vamos a andar los días con mirada de serpiente emplumada
Navegador
ResponderEliminarAristóteles pensaba que los corales, a los que llamaron Korallion, que significa "adorno del mar", tenían su orígen en una planta marina que crecía "entre las horrísonas serpientes de la cabeza de Meduza". A las medusas, animales de cuerpo transparente en forma de sombrilla, las nombraba pulmones del mar, pues creía que el océano respiraba por medio de ellos debido a sus rítmicos movimientos natatorios. de "Simio de Dios" poemas...
Puede suceder como un animal "del tamaño de una isla flotante", hijo de la oceánide Asia y de la oceánide Hesíone; a veces de la oceánide Estigia (del río Estigia que fluye nueve veces alrededor del Hades).
ResponderEliminarSe dice que su dorso tiene una longitud de 2,4 kilómetros, aunque es posible descreer de tal afirmación basada en habladurías de pescadores, consiste su peligrosidad en el remolino que crea después de sumergirse rápidamente "si se aferra al mayor buque de guerra, podría tirar de él hasta el fondo del océano”.
Supo distinguirse de las serpientes marinas, ellas sólo desean la atención de otras especies a las cuales devoran sin terminar la conversación, cosa que se considera de mal gusto.
Los pescadores corren el riesgo de atrapar los peces sobre él; a sabiendas de su mal carácter sacrifican varias vasijas de ron, que devueltas al mar, sirven para apaciguarle.
A veces es confundido con una isla joven, lo que debe vengar, arreciando con embates de cocos y bananas, alguna que otra palmera y libros recogidos aquí o allá; hasta que saciado se sumerge a las profundidades ante la mirada atónita de los paseantes, que le saludan amablemente: "adiós", "vuelva pronto", o bien "ha sido usted certero con el coco", "no había leído este ejemplar, gracias", entre otras acepciones.
Actualmente languidece en el lecho marino, a la espera de algún naufragio de coral.