Poema
El no nacido se cierne sobre mí, atrapado por
las
paredes del cambio. Voy dejando cosas en el Norte.
Pero
mi piedra va conmigo.
Las estatuas están quietas bajo la
lluvia,
abrazadas
por las raíces, unidas a los grandes árboles
de
la belleza.
Pronuncian su palabra lenta, la
pronuncian
para
mí: “llevas tu piedra, también nos llevas”.
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