LA CONSTELACIÓN DE LAS ANGUSTIAS
“Se oyeron unos tiros anoche. /Se oyeron del lado del Cementerio./Nadie sabe a quién mataron, o los mataron./Nadie sabe nada./Se oyeron unos tiros anoche./Eso es todo.” Ernesto Cardenal
Toca la constelación de las angustias – aún camina la
nieve sobre los soles de la sangre, aún el aire se disuelve
en gargantas de roca que se cierran donde ninguna voz
resonaría.
Pero huella la voz, pero huella de huellas: nadie dice
que el pan avanza en el sendero donde toda esperanza
se abandona.
Y hay un río, una luz de reflectores apagados sobre las
burbujas que levanta la respiración de los fantasmas.
Y qué de los que ya no lloras ni gritas ni recuerdas
¿Y qué de todos los que anduvieron por el mismo camino
y se dieron la mano y la piel y el amor de los ojos?
Sólo huella la voz, sólo huella de huellas tan largamente
uniendo los silenciosos gritos de su sangre, que viajan por
senderos que se alejan después del estallido en las
encrucijadas: un trozo de sus ojos es la muerte que canta
en tu costado
Sin embargo, huella de huellas la senda de los ríos donde
la sangre se estrellaba como cielo sin límites.
Toco la constelación de las angustias y se transforma
en círculos brillantes, en sonrisas hermanas que me besan
la piel como también hay algo en mí que se desprende
y acaricia los sueños de los que van por el camino rojo,
los que atravesaron el centro de la noche cuando la voz
se abría entre los brazos, ellos, los que se alejan luego
del estallido de las encrucijadas.
“Se oyeron unos tiros anoche. /Se oyeron del lado del Cementerio./Nadie sabe a quién mataron, o los mataron./Nadie sabe nada./Se oyeron unos tiros anoche./Eso es todo.” Ernesto Cardenal
Toca la constelación de las angustias – aún camina la
nieve sobre los soles de la sangre, aún el aire se disuelve
en gargantas de roca que se cierran donde ninguna voz
resonaría.
Pero huella la voz, pero huella de huellas: nadie dice
que el pan avanza en el sendero donde toda esperanza
se abandona.
Y hay un río, una luz de reflectores apagados sobre las
burbujas que levanta la respiración de los fantasmas.
Y qué de los que ya no lloras ni gritas ni recuerdas
¿Y qué de todos los que anduvieron por el mismo camino
y se dieron la mano y la piel y el amor de los ojos?
Sólo huella la voz, sólo huella de huellas tan largamente
uniendo los silenciosos gritos de su sangre, que viajan por
senderos que se alejan después del estallido en las
encrucijadas: un trozo de sus ojos es la muerte que canta
en tu costado
Sin embargo, huella de huellas la senda de los ríos donde
la sangre se estrellaba como cielo sin límites.
Toco la constelación de las angustias y se transforma
en círculos brillantes, en sonrisas hermanas que me besan
la piel como también hay algo en mí que se desprende
y acaricia los sueños de los que van por el camino rojo,
los que atravesaron el centro de la noche cuando la voz
se abría entre los brazos, ellos, los que se alejan luego
del estallido de las encrucijadas.
GRACIAS, HUGO POR ESTE PUBLICACION EN COMPANIA DE LOS AMIGOS POETAS. SON LOS VIEJOS TIEMPOS DEL CANON OXIDADO. (LA ENIE NO EXISTE EN ESTA COMPU EN LA QUE COMENTO , QUE NO ES LA MIA, POR LO QUE DEBE LEERSE COMPANIIA- Y CANION-!!!!!)
ResponderEliminarUN ABRAZO POETICO IRENE
jaja es que el Cañón Oxidado sigue vivo, en nosotros, querida amiga Irene! Nunca dejaremos de ser los cañones oxidados!
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