EL DOBLE
Ese hombre que está sentado frente a mí
es apenas un reflejo
de lo que soy.
Tiene mi voz atrapada en su garganta
- y sé que es personal -
como si alguien lo hubiera autorizado
a dejarme mudo.
Transcurren sus días en mi contemplación.
Sabe más
de lo que yo comprendo.
Ese hombre que está sentado frente a mí
sonríe, acomoda su pelo
y espera a que me duerma de una buena vez
para ocupar mi historia.
Ahora
observo que se aleja, sin mortificaciones.
Ahora:
parte como quien regresa
de un largo sueño.
Y es tan simple,
tan vacío de significación,
tan elegante, tranquilo y eficaz,
que da gusto verlo cada vez,
regresando hacia mí,
abriendo
las puertas de la muerte.
Me gratifica leer tan buen poema.
ResponderEliminarSiempre admiré la peculiar cadencia y esa suerte de emocionado distanciamiento (valga la paradoja) que otorga su encanto y sabiduría a los poemas de Enrique Solinas. Este poema es un magnífico botón de muestra. Jorge Ariel Madrazo.
ResponderEliminarInquietante. Todos tenemos ese doble que nos invade y queremos alejar, para que nos deje vivir, para no morirnos cotidianamente. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminar