viernes, 28 de septiembre de 2012

PAULA CARMAN



DÓCIL EJERCICIO PARA EL CANSANCIO

A su balbuceo nadie le reclama
Su lengua lisa lo sabe y la fecunda
Somos -sus crías- formas recién escritas desordenadas
sin vibración
Y con la sabiduría del abandono
Como única placenta.
Un aire de yoga elevado a los huesos de Occidente

Siempre negativa y fulminante, mamá
¿Qué ortografía de cloroformo la durmió de mí?
¿Cuántos verbos me desvistieron
De su sangrísima entraña?

Yo hoy me muero
Brindo con mi vida por dos vasos
De su plástico
Y un cordón impar que por fin nos conecte
Que filtre la imprudencia con la que transmite
(Con la que me ataca)
Sus risitas introspectas
Su recital de ruinas
Desde la fila de los que no aprenden. Ni aplauden

¿Por qué tengo yo que velar a oscuras a la insigne?
Se hizo aniquilar por su parto para cortar
(Para seguir)
Con la pena de la quemadura abierta que le arde
(¡Y cómo le arde!)
Gozosa y tierna como una jauría
Que lame y se relame
(De los labios)
La sangrecita del tibio vientre
Sin músculo
Como un beso
Como moneda número treinta
Que le embaraza de vergüenza los pechos
De su mediocridad triste triste

Se extiende la explicación
(mezcla escasa)
Por el suelo
Sobre el hielo
Sobre la contractura de la lengua macha
Que no entiende al equilibrio y se queda entonces
Cada vez más quieta
Cada instante más anclada al ombligo

Quillas que
Olvidaron al puerto
Me cortan la arena

Lo que a mí me avergüenza es su canto editado
Que en la panza de su hambre
Haya más hambre
Naciendo
Que la taza no alcance
Para tapar
Para mí
De su mano, la herida

Hay una madre que sangra la ley
Y un hijo que se le encueva adentro y al costado
Ella es una ventana en alquiler
(adentro anidan olas por si los barcos vuelven
a su espejo, a sus puertos en flor)

Cuando no puedo dormir, pienso en poesía
Como último recurso para no pensar en nada

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